2009/12/14

Campo Santo

"Allí abajo, donde, hasta bien entrada la posguerra, una comunidad de pescadores de unas doce almas vivía en casas toscamente construidas, cubiertas de chapa ondulada y hoy parcialmente cerradas con tablas claveteadas, pasé la mitad de la tarde con algunos otros veraneantes de Marsella, Múnich o Milán, que, con sus provisiones y pertrechos, se habían instalado en parejas o grupos familiares a distancias de lo más regulares posible, y estuve largo tempo sin moverme, echado junto al arroyuelo, cuya agua como de azogue incluso entonces, a finales del verano, descendía por los últimos peldaños de granito del fondo del valle, con su proverbial murmullo, que yo conocía de algún pasado familiar, para entregar silenciosa su alma en la playa y ser absorbida por la arena."

W.G. Sebald (1944-2001)


[Hoy, 14 de diciembre, se cumplen ocho años del fallecimiento de Winfred Georg Maximilian Sebald, para sus amigos Max, al chocar su vehículo contra un camión en las proximidades de Norwich, condado de Norfolk, en el este de Inglaterra, donde residía desde los años setenta. Párrafo extraído de su obra póstuma Campo Santo, Anagrama, Barcelona 2004, pág. 19]

2009/12/01

Sebald, punto y aparte

Hacía tiempo que no disfrutaba de una lectura como la de "Austerlitz", la novela de W.G. Sebald que desgrana la vida de Jacques Austerlitz, un niño judío de Praga que es enviado a Gales con el fin de salvarle de la guerra y allí es adoptado por un pastor protestante y su esposa.

Desde la primera página te sientes atrapado por la prosa de Sebald, trasladada al castellano por el gran Miguel Sáenz, traductor de Bernhard y Walser, entre otros hitos de la literatura germana. En la novela importa lo que cuenta, pero sobre todo, cómo lo cuenta. El modo en que Austerlitz cuenta al narrador su vida en esos encuentros casuales que comienzan en la estación de ferrocarril de Amberes, durante un viaje turístico del autor/narrador.

Murió Sebald en un absurdo accidente de tráfico en las proximidades de Norwich, ciudad inglesa en la que residía desde los años sesenta. Tal vez se perdió la oportunidad de que escribiera obras como Austerlitz o no, eso nunca lo sabremos. Sin embargo, tenemos lo que dejó escrito, que es bastante.

Yo comencé mi acercamiento a Sebald leyendo Los anillos de Saturno. En mi ingenuidad creía que Sebald era un escritor alemán vivo, contemporáneo de Vila-Matas, más o menos. Luego supe de su muerte. Más tarde leí Vértigo, y ahora me encuentro con Campo Santo, apenas comenzado.

Si alguien lee esta columna, que intenté aproximarse al mundo literario de Winfred Georg Sebald. Disfrutará de la literatura con mayúsculas, alejada del obsceno ruido de los best-sellers y otras zarandajas ramplonas. El próximo día 14 de diciembre será el octavo aniversario de su muerte, tal vez una ocasión inmejorable de empezar a leerlo.

FICHA:
- Austerlitz - W.G. Sebald. Anagrama, Barcelona 2002
- Los anillos de Saturno - W.G. Sebald. Anagrama, Barcelona 2008
- Vértigo - W.G. Sebald. Debate, Madrid 2001
- Campo santo - W.G. Sebald. Anagrama, Barcelona 2007

2009/10/28

Mankell te atrapa con Wallander

Henning Mankell

Nunca he leído novela policíaca o negra, si exceptuamos los cuentos de Poe o alguna de Hammet. Esta primavera me entró el gusanillo de probar con Wallander, el policía creado por el dramaturgo sueco Henning Mankell. Empecé por el primero, "Asesinos sin rostro", y de una tacada llegué hasta el quinto, "La falsa pista". Ahí me dí un respiro y ahora me encuentro en la duda de cuándo hincarle el diente al sexto de la serie, "La quinta mujer".

La capacidad de enganchar de Wallander la he comprobado no sólo en mi propia persona, sino en familiares y amigos, que no pueden dejar de leer el siguiente libro del autor sueco. Es cierto que se trata de literatura de entretenimiento, escrita con frases cortas y mucho diáĺogo, yo diría que con un estilo muy cinematográfico, pero que, a su vez, lanza críticas sobre la sociedad sueca, y en general sobre la occidental, tratando problemas de rabiosa actualidad como la migración, los grandes negocios capitalistas, los conflictos interétnicos, las mafias de la droga y un montón de asuntos más. Asimismo, Mankell aborda conflictos familiares como el divorcio, las relaciones padre-hija, o su conflictiva relación con su padre, un personaje entrañable en las novelas de Wallander.

Está bien leer a Faulkner o a Vila-Matas, mis últimas lecturas "serias", pero introducirse en el mundo de Mankell, a través de Kurt Wallander, el polícia de Ystad, es una opción inteligente de pasar un buen rato enganchado con las andanzas de este personaje, que es un verdadero anti-heróe.

[NOTA: Todas las novelas de Wallander están publicadas en la editorial Tusquets, en sus colecciones Andanzas y Maxi]

Página sobre Henning Mankell en castellano
Wikipedia: Mankell

2009/05/11

Metaliteratura


De un tiempo a esta parte está muy de moda el fenómeno de la metaliteratura, es decir, de aquella literatura que trata de la literatura, de los autores y de los personajes de los libros, que aparecen y desaparecen por sus páginas para mayor gloria del autor metaliterario.

No seré yo quien reniege de esta práctica. Es más, la historia de la literatura está repleta de metaliteratura, y no hay más que recurrir al ejemplo de las andanzas del caballero Keixana o Quijano para demostrarlo.

Es cierto que ahora se habla más de Vila-Matas, Paul Auster o W.G. Sebald, estúpidamente fallecido en un accidente de tráfico, como representantes de esta corriente. Se habla de otros muchos, pero a estos tres les he leído un poco, y por eso los cito.

Ahora bien, si uno se adentra en "Carlota en Weimar", una novela de Thomas Mann, se encontrará con que uno de los personajes principales de la misma no es otro de Goethe, el imponente autor germano de "Las cuitas del joven Werther" o "Fausto". Y en este caso la metaliteratura va mucho más allá, porque en el libro se realiza una profunda disección de la personalidad de Goethe.

Por lo tanto, todo está inventado. Las máscaras, los heterónimos, los "negros", los concursos amañados, en fin, que la literatura es un mundo tan previsible en la línea general como sorpresivo en el detalle.

Por cierto que estoy ahora con los "Exploradores del abismo" de Vila-Matas, una colección de cuentos del autor barcelonés que no em acaba de convencer, pese a algunas explosiones de genialidad, como nos acostumbra el autor. Anteriormente visite las neuras de Auster, el eterno insomne, en "Un hombre en la oscuridad", relato que tiene, como los partidos de fútbol, dos partes. La primera. en la que domina el equipo de casa, el propio autor, y la segunda en la que, para mí gusto, pierde un poco la medida. La nueva guerra civil estadounidense bien, los cuentos del abuelo a su nieta, manifiestamente mejorables.

Fichas:
Carlota en Weimar, Thomas Mann, Edhasa, Madrid 2006
Exploradores del abismo, Enrique Vila-Matas, Anagrama, Barcelona 2007
Un hombre en la oscuridad, Paul Auster, Anagrama, Barcelona 2008

2009/02/27

Releer, ese vicio solitario

Castillo de Michel de Montaigne

Aunque en estas fechas he leído libros nuevos, es decir, libros que no tenía leídos, especialmente ensayo histórico -obligado por mi trabajo-, también he realizado alguna incursión literaria, como "Iturrino handia" de Hasier Etxeberria, editado por Susa.

Pero de lo que quería escribir, después de tanto tiempo sin visitar a Bartleby, era de la relectura, ese vicio solitario que más te gusta practicar a medida que vas cumpliendo años. Son contados los libros que he leído más de una vez, entre ellos "El Quijote" y "Cien años de soledad", pero tampoco me refiero a eso.

Lo que trato de recomendar al visitante de Bart es la relectura de capitulos, trozos, párrafos... de algunos libros interminables, libros que siempre estarás releyendo, porque siempre te apetecerá volver a ellos, aunque un ratito antes de acostarte.

Las dos mejores propuestas para este releer interminable que os propongo son los "Ebsayos" de Michel de Montaigne y el "Libro del desasosiego" de Fernando Pessoa. Conozco a gentes que realizan similar ejercicio con "Gero" de Axular, pero no me siento preparado para ello, por el momento, aunque algún día me atreveré con él, sin duda.

No son libros de argumento, ni de historias, ni de personajes, son libros de sensaciones, de pensamientos, de reflexiones. Libros a los que hay que volver una y otra vez. Por placer y, de paso, para aprender un poquito de la vida.